martes, 9 de febrero de 2010

Taller de la Ribera

Taller de marcos
Dorado a la hoja
Restauración y conservación de obras de arte



Dirección: Jorge Newbery 3727. Capital Federal.
Tel:  15-5758-1853
eltallerdelaribera@gmail.com

viernes, 8 de enero de 2010

Restauración del mural de Benito Quinquela Martín en Página 12

Restauración en La Boca

Se está restaurando “Carnaval en La Boca”, el único mural que Quinquela Martín pudo realizar en la escuela-museo que ayudó a fundar. Un proyecto que tuvo que defender con el revólver a la cintura.



La Escuela Museo de La Boca va a restaurar el mural de Benito Quinquela Martín, “Carnaval en La Boca”, que adorna una de sus paredes. Curiosamente, pese a que Quinquela fue el motor de la creación de la escuela, es el único mural que contiene el edificio. La razón es una pintoresca historia de burocracias, prejuicios y revólveres.
El pintor quería regalarle a su barrio un centro de enseñanza que fuera a la vez un contenedor de arte y un museo. Su idea es que los chicos no sólo aprendieran sus palotes y números sino que respiraran una atmósfera de arte. En 1935 consiguió la donación del terreno en la Vuelta de Rocha y comenzó la peripecia de fundar una escuela. Todo anduvo bien hasta que apareció la dimensión artística del proyecto: las autoridades escolares se opusieron a muerte a que Quinquela decorara la escuela con sus pinturas obreras.
Los argumentos hoy llaman la atención por la ingenuidad. Por un lado, se decía que la presencia de cuadros iba a distraer a los chicos. Por otro, que el trabajo –gran tema del pintor boquense– no era asunto digno de ir al lienzo. Quinquela contraatacó con contundencia fenomenal, explicando entre otras cosas que los alumnos de una escuela ribereña y xeneize serían hijos de obreros, muchos de ellos futuros obreros, y que a lo sumo verían en sus telas los trabajos y los días de sus padres.
No tuvo mucho éxito: prohibición formal de pintar los murales al fresco, idea original del autor. Quinquela se puso a pintar murales en Cenoflex en su estudio, logrando piezas de grandes dimensiones que luego podrían aplicarse en lugar de frescos. Cuando todo estuvo listo, en el mayor secreto, Quinquela se fue con sus ayudantes a instalar las piezas. Llevaba un garrote y, en la cintura, un revólver.
“Estaba vacío pero estaba, bien a la vista”, contó años después Quinquela. “Yo no quería matar a nadie. Me hice el loco y los asusté. Los de la escuela decían: ‘Quinquela está loco’, y se corrían. Entonces, con Cánepa, clavamos los murales a las paredes.” Mientras duró el trabajo, Quinquela seguía armado y con el correr de los días agregó al arsenal un vistoso cuchillo. Los inspectores escolares enviados a espantarlo se escapaban, asustados.
La escuela, empero, no se inauguraba si no bajaban los murales. Quinquela recurrió al presidente y el mandatario se presentó en persona para la inauguración “privada”. Las autoridades escolares se tuvieron que callar. El 19 de julio de 1936 se inauguró públicamente el lugar, con una gran fiesta. Dos años después se abrió la sección museo.
Lo que no se sabe exactamente es cuándo logró pintar Quinquela el mural que ahora se restaura. Probablemente fue entre la inauguración de la escuela y la del jardín de infantes, en 1948. La obra está en un muro del patio de recreos del primer piso, y llegó a este siglo XXI bastante averiada. El “Carnaval” muestra hoy grietas, quebraduras, muchos golpes a nivel de su base, degradación de ligantes de pigmento, exceso de oxidación y polimerización de sus barnices por el paso de los años. Todo está cubierto por la esperable capa de hollín y polvo.
El trabajo será complejo, con análisis diversos, fotografías infrarrojos y de UV, pruebas de solubilidad y radiografías. Así se determinará qué sistema de fijado usar para reforzar la capa pictórica y consolidar el soporte, al que hay que reconstituirle las partes faltantes por quebraduras. También habrá una limpieza general, un tratamiento del barniz deteriorado y un análisis minucioso de intervenciones anteriores. Elequipo de trabajo está conducido por la directora del museo, María Sabato, y participan los restauradores Gabriela Chicola y Raúl Gómez, los artistas Delia González, Ana María Guerra y Nicolás Zone, y el fotógrafo Daniel Laszewicki. La obra tiene la supervisión de la dirección de Patrimonio porteña.


http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-320-2003-09-18.html

jueves, 7 de enero de 2010

Dorado a la hoja

El dorado a la hoja es una artesanía de fino oficio.
Se trata de adherir finísimas hojillas de metal a aquel soporte que se decida dorar.
El acabado que se obtiene es metálico (dorado o plateado) y es tan laboriosa la preparación de la base como como la adherencia de las laminillas.
Se puede aplicar sobre marcos para cuadros como asi también en ornamentos de mampostería.
El Dorado a la hoja es el toque de magia que acentúa cualquier diseño: clásico o moderno.
En los palacios profusamente adornados, todas las molduras están prestigiadas por el brillo dorado que procura atraer las miradas.
Los volúmenes, los espirales, las columnas con el dorado a la hoja se transformanen objetos muy llamativos.
Es un acabado verdaderamente suntuoso cuya aplicación dominamos a la perfeccion: innumerables trabajos realizados avalan nuestra tarea.

ALGUNOS TRABAJOS REALIZADOS:

2007 Casa Rosada, Salón Norte

2006 Hotel Claridge

2005 Museo Quinquela Martín

Además: Jockey Club, Embajada de Rumania